
Soldados americanos en la Guerra de Vietnam. FOTO: ABC
Michael Herr escribió Despachos de guerra con la intención de contar. El libro da un papel protagónico a las fuentes personales y mucho peso a la escucha de testimonios. La comprensión y la integración de historias y el impacto en la persona de Herr de estas. Lo más acertado sería decir que el libro es un compendio de declaraciones, como un cuentacuentos escatológico de lo que vivieron las fuentes del autor, y el autor mismo, como involucrado en el ambiente bélico de Vietnam.
Es importante remarcar que tanto fuentes auténticas y de primera mano como fuentes institucionalizadas (que crecen en torno a los cimientos de la “verdad oficial”, de “La Misión” de la que habla Herr) son fundamentales para establecer el marco de la Guerra. Y más ante la verdadera denuncia que busca el corresponsal: la desinformación del conflicto, la manipulación de un Estado Mayor que buscaba la mejor prensa para mantener una situación de choque ideológico, y de supremacía de la propia verdad. Un fin superior que, realmente, era tan bajo como para herir los valores democráticos que en sí mismo encierra. La falsa verdad como instrumento para elevar la ideología más pura, la de la democracia. Se muestra así la hipocresía del conflicto.
Las historias son el eje central del periodismo, y más aún del periodismo de investigación. Es saltarse la primera capa de la misma, la oficial, para ir al meollo del asunto. Como penetrar en las capas terrestres para llegar al núcleo. Por esto, implica inconvenientes claros: lucha contra un poder, lucha contra una verdad, lucha contra uno mismo, y lucha contra la conveniencia. El principal inconveniente de Herr era el de conseguir fuentes de altos mandos que le dieran más relevancia a las historias sin que quedaran manipuladas por la verdad oficial. Era el conseguir que los soldados creyeran en él como transmisor, siendo en muchas ocasiones considerado como un loco que no ve el dolor, sino posibilidades de enriquecimiento personal a costa del sufrimiento de los soldados. Otro inconveniente era el del bloqueo, el del trauma que supondría para sí mismo algunos testimonios y algunas realidades que vio en primera persona. El inconveniente podría ser él mismo, con sus prejuicios, sus propios pensamientos conspiranoicos y su camaradería.
Muchas veces, el libro Despachos de guerra prefiere priorizar el testimonio sobre la situación. La importancia de las fuentes es tal que Herr prefiere describir a los protagonistas en acciones cotidianas del soldado que en los combates y en el pre-morten. Prefiere describir el desasosiego del día a día que el terror del conflicto. El significado de la gradual pérdida de sensibilidad desde el conflicto, y la aún mayor pérdida de esta desde la prensa. De la insensibilidad de los números. Por esto, creo que lo que busca es describir perfiles y remarcarlos por encima de las cifras. Esta es la importancia del testigo, del superviviente, de las historias en Despachos de guerra. Y luego su función como fuente, como protagonista de la realidad de los corresponsales. De la locura, del miedo, del dolor, de la pérdida, de la existencia sin paz, y, brevemente, de las secuelas.
Considero que el libro es un compendio de horrores. Sobre todo en esa cotidianeidad, esos instantes de soledad, esa “locura” de la que cada uno intentaba huir a su manera. Igualmente, creo que el estilo termina haciendo perder el hilo de la historia, por su caos. Pero que este caos también describe cómo vivió esa situación. Una situación en la que se vio involucrada una parte muy grande de la flor y nata norteamericana, hecho que quiso remarcar en las descripciones finales de los protagonistas, al citar en numerosas ocasiones las edades de Tim Page y otros corresponsales, y de las tropas de a pie, a los que envejecía la guerra de una manera terrible. Despachos de guerra es un retrato de Shiva y de la locura del asesinato justificado y mantenido por la manipulación en pos de un fin superior que termina siendo irracional. Es una crítica a una sociedad hundida en un principado ideológico maquiavélico: el fin justifica los medios.