
Dos impresiones que me dio la sala del Ateneo en la que se presentó el libro: La primera el ambiente, muy familiar e ilusionado. La segunda, mucha oscuridad. No en el ambiente, sino en la sala. Mi mirada se dirigía con urgencia hacia los focos apagados que se hallaban encima de la mesa desde la que hablaría posteriormente Fátima Martín Rodríguez, pensando en como conseguiría una buena foto. Sin embargo, el salón de actos Alberto de Armas se me antojó encantador, con las paredes aderezadas con los efluvios del arte, el piano de cola en una esquina y el ruido a historia que me devolvía el parqué viejo ante la presión de mi caminar. Sobre el ambiente, aún más familiar se me hizo con la segunda mesa estrecha, donde se expuso un ejemplar del Ángulo de la Bruma iluminado por la agradable luz de una lámpara antigua. Sala mediana y público reducido, cierto. Pero ese sabor alegre y orgulloso que se forma en un entorno cercano.

Sobre esta familiaridad habló Fátima de inicio. En su discurso agradeció a las personas presentes su compañía, y se mostró orgullosa en el anuncio de un récord por el día de las Letras Canarias: el de más libros publicados. También lamentó la clausura de librerías importantes y felicitó a la librería El Águila por hacer el complejo esfuerzo de distribuir su obra. Los agradecimientos siguieron, esta vez hacia Antonia Molinero, su compañera en la mesa, la cual dice ser esencial en su carrera como escritora, pues “si no hubiese entrado en la Escuela Literaria nunca habría existido el Ángulo de la Bruma”.
Antonia Molinero, por su parte, también mostró orgullo ante su pupila, y dejó como consejo su lectura junto al mar. “Lo considero fundamental. Pasé un fin de semana entero leyendo el Ángulo de la Bruma en el Puertito de Güímar.” Molinero dio también una de las claves de la novela de Fátima Martín. Según la directora de la escuela, esta “no busca ser bella, pero lo es”.
Antonia Molinero: “Fátima es una perfeccionista de la escritura”
Además, habla de la forma en la que la escritora se encierra a sí misma en el texto. “Fátima no es San Borondón. Se le ve venir desde la primera página”, comentario que nos acercó a todos a ese lado personal del que bebe la literatura, humanizando la obra. También habló de la excelencia del libro al destacar a la autora como una “perfeccionista de la escritura”.
La intervención de Molinero hizo la boca agua a todos los amantes de la literatura de la sala. La descripción del libro junto con la descripción de Fátima Martín como creadora invitaba a la lectura apasionada de El Ángulo de la Bruma, con ese sabor a mar, a perfeccionismo, a amores y a la belleza textual. Pero siendo una novela histórica, más interesante se hizo con la explicación metódica de la escritora, narrando la fase de documentación e investigación de los sucesos históricos, el trabajo profundo y concienzudo en el estudio del lenguaje de la época, y la labor de creación de personajes que le permitiesen encaminar la obra por la senda que tuvo siempre presente en su cabeza. Así lo confesó la propia autora: el final fue lo primero. La idea nació del cierre. Y como Descartes, partió del axioma para desarrollar todo un entresijo de acontecimientos e historias que desembocara en esta obra, ganadora del premio Torrente Ballester del 2017.

La autora, sin embargo, explica que el nacimiento de esta idea “fue un accidente. Yo tenía otro proyecto que es el que estoy desarrollando ahora. Surgió de un taller de literatura histórica con Víctor Conde, en el que me pregunté que cómo sabíamos que El Teide medía lo que medía. Y me encontré con una historia apasionante”.
“Me dijeron en mi entorno que lo dejara que era muy complejo. Y era cierto, lo admito. Pero me arremangué y me puse a ello. Amo la historia. No es solo sumergirse en los libros, documentos y tesis, sino que cuando tienes ya la visión de conjunto, te paras con cada frase, para analizar el contexto”, lo cual explicó con un ejemplo muy visual. “En una parte del libro, estaba escribiendo que un personaje cogió una copa de cristal, y me paré a pensar: ¿existe el cristal en el siglo XVII?”. Con esta anécdota se ve claro el trabajo de la autora en pos del perfeccionismo, y de no dejar grietas en la creación del texto.
Fátima Martín: “Descubrí la potencia de una historia real, muchas veces superior a la de la ficción”
Contó como con la obra halló aquello que mueve la novela histórica. “Descubrí la potencia que tiene un hecho, una historia real. Muchas veces supera la ficción por la fascinación que es capaz de generar”. El acto cerró con la proyección de un roadbook sobre El Ángulo de la Bruma, realizado por oRivero Producciones, ante el cual muchos de los presentes manifestaron su interés en su paso a al cine. Antonia Molinero comentó que mientras leía la obra podía ver perfectamente que “sería ideal para el cine, pues se podría hacer con ella una adaptación cinematográfica de mucho capital”.

Por lo pronto, yo apunté el nombre del libro como una opción preferencial dentro de esa lista interna que tenemos todos los lectores en la cabeza de libros pendientes, pues la descripción de la autora y de su metodología se me hizo fascinante. Y podía verse durante la firma de libros esta misma actitud por parte de muchos de los que habíamos acudido a la presentación. Incluso vi a una niña leyendo las primeras palabras del libro y haciendo cola para que Fátima firmara su ejemplar. La ilusión impregnó todo el acto. La ilusión y el orgullo. Y a mi particularmente me produjo la sensación de que encontraré en la lectura de la obra ese amor a la historia y a la literatura que emanaba a raudales de la figura de la autora. Ese amor que ha sido capaz de unir a millones de personas en torno a la pasión por la novela histórica.