
Daniel Jordán (Valencia, 1983) ha residido durante gran parte de su vida en la isla de Lanzarote. Empezó sus estudios de Bellas Artes en 2018, en la Universidad de La Laguna, para después trasladarse a su Valencia natal buscando finalizarlos y realizar el Máster en Producción Artística. Se instalará en la ciudad para trabajar y exponer durante 10 años, y será a partir de entonces cuando empiecen a surgir nuevos proyectos expositivos y residencias. Ha participado en exposiciones colectivas como “La presencia y la figura” (2012) en el Museo Centro del Carmen de Valencia, “Asphyxia” (2013) en Hardy Tree Gallery de Londres o “¿Quién es ese hombre?” (2016) en TEA Tenerife Espacio de las Artes. Durante su trayectoria ha participado en ferias como JustMad’16, obtenido becas como “Proyecto 3” del Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana y realizado residencias artísticas en Fundación BilbaoArte, en Lugar a dudas (Cali) o en Río Laboratorio (Bogotá). Nos cuenta que actualmente han vuelto a surgir posibilidades de trabajo en las islas, uno de ellos el que se materializa en la Sala de Arte Contemporáneo del Parque de La Granja (Casa de la Cultura) desde el pasado 22 de marzo: Murmulla todo el Teatro. Aprovechando su paso por la isla hemos aprovechado para entrevistarle.
Daniel, tras la reciente inauguración de tu exposición «Murmulla todo el Teatro» es de obligatoria pregunta: ¿qué es lo que murmulla todo el teatro?
El título de esta exposición se debe a que para ella he realizado una selección de las obras más escenográficas que he realizado a lo largo de los últimos años. Me di cuenta de que empecé mi trayectoria artística en la pintura; comencé haciendo retratos, luego empecé a proporcionarme figuras y modelos tridimencionales que trasladaba a mis pinturas, y fue entonces cuando me di cuenta de que éstas figuras que en principio sólo usaba como referentes, a veces tenían cierta gracia y la capacidad de dialogar con los cuadros finales. Fue entonces cuando empecé a exponer conjuntamente pinturas y esculturas ocupando todo el espacio y realizando lo que solemos llamar instalaciones, aunque todo de una forma muy intuitiva. En este juego de diálogos fue que caí en la cuenta de que esa escenografía que proponía tenía mucho que ver con el teatro, así como la forma frontal en la que la obra se dirige al espectador.
Fue el título más coherente que se me ocurrió cuando proyectaba la exposición y me imaginaba cómo esa sensación enigmática y de curiosidad que pretendía surgía en los espectadores al transitar la sala del Sala de Arte Contemporáneo.
Hemos leído en anteriores entrevistas que la dramaturgia, concretamente Shakespeare y las fábulas, son para ti una fuente de inspiración muy importante. Realmente, al visitar la exposición, encontramos revelado tu interés por la escenografía y por construir escenas integrales con tus obras, pero nos gustaría saber cómo se materializan estos intereses concretos dentro de la misma y de tu universo plástico.
Shakespeare es un dramaturgo que trabaja tan bien la palabra que reconozco que aún me queda mucho para entenderlo en toda su complejidad. Creo que sucede algo similar con la pintura de Velázquez: es una obra que requiere ser observada muchas veces para empezar a ser consciente del valor y de la genialidad que alberga. Aunque sí que me llamó la atención, y me sentí identificado, con el pesonaje del fool al que recurre continuamente Shakespeare en su teatro. El fool es mucho más que un simple bufón, es un personaje muy carismático que nunca tiene miedo y siempre dice la verdad. De hecho, su principal función en las obras es decir la verdad al personaje, al rey o figura de poder de la historia.
A partir de mis primeros contactos con la dramaturgia, hace unos año, he empezado a conectarme más con obras relativas al teatro del absurdo, sobre todo con Ionesco o Samuel Beckett. Seguramente mis actuales referentes se encuentren más dentro del ámbito de la dramaturgia y de la literatura de Kafka, aunque también me siento muy afín al concepto artístico de Enrique Vila-Matas.
Tras visitar la exposición hay varios elementos que nos han llamado la atención; entre ellos, nos gustaría que explicaras a nuestros lectores y futuros visitantes de qué se esconden tus personajes.
Es complicado para mí justificar esta manera de proceder y de que haya personajes ocultos ya que se trata de un guiño que se ha repetido constantemente a lo largo de la historia del arte. Creo que todo es consecuencia de un cruce infinito de caminos, son muchos los factores que influyen a la hora de que un artista muestre sus obras de una manera determinada u otra, pero creo que me identifico con el gusto por la pluralidad de lecturas de una misma obra. Tengo un especial interés en que susciten misterio y enigmas. Supongo que esa sería una de las claves para entender el por qué de que muchas de mis figuras se oculten. Hay algunas que simulan estar embaladas para captar la atención del espectador y que se pregunten si la escultura está aún por desembalar, si esa cabeza que se ve de entre el embalaje será real o incluso si tirando del pelo de esa escultura verá su rostro.
En el caso de otras esculturas, hay algunas que se ocultan bajo las peanas, esto es consecuencia de subvertir el metalenguaje del mundo de las exposiciones. Siempre me ha llamado la atención que en las exposiciones en general la peana cumple una función invisible, la de sostener el elemento importante, y esto hace que estén totalmente desactivadas para el espectador. El hecho de darle una vuelta de tuercas a este diálogo colocando la figura debajo genera la confusión de la jerarquía de lo importante y la consecuente activación de la peana.
Otra pregunta que nos surgió fue por qué no hay ni textos ni cartelas en la exposición. Últimamente vemos a menudo cómo se desecha esa utilidad de la cartela que, al fin y al cabo, de la manera menos invasiva posible, pretende enunciarnos el título de la obra que bien puede inspirarnos u orientarnos o darnos información sobre los materiales, que también puede ser interesante para nosotros.
No era consciente de que las cartelas estuvieran dejando de utilizarse y que hubiera más artistas que no recurrieran a ellas. En principio no tengo nada en contra de las cartelas o de los textos informativos, de hecho, los textos son un elemento del mundo expositivo con el que me gusta jugar. Me gusta subvertir para seguir dirigiéndome al espectador, pero es cierto que a veces acotan de sido a las obras, y pueden entorpecer ese diálogo que pretende despertar enigmas al espectador.
Se me ocurre, por ejemplo, el caso de la caja con la cabecita que asoma de la esquina en la segunda sala del SAC, donde pretendo que parezca que se han olvidado de desembalar esa obra. Si hubiera una cartela, se rompería ese juego. En el caso de las instalaciones, tienen tantas figuras, técnicas… que sería inviable.
En alguna ocasión he hecho uso de la hoja de sala, que es otro elemento que me parece totalmente desactivado para un público que considera estos textos descriptivos y fríos, incapaces de conectar con ellos o despertar su curiosidad. En la exposición que realicé en Lugar a dudas, en Cali, la hoja de sala tenía el aspecto formal de una pegatina de extintor y estaba pegada sobre uno de la sala que era también parte de la exposición.
En el caso de la exposición del SAC la opción de no utilizar cartelas o textos se ha derivado de la problemática del espacio. Mi idea era usar sólo una de las salas para que todas las obras e instalaciones se contaminaran unas de otras, y esta intención hacía muy difícil dividir la exposición con cartelas. No se iba a entender. Durante el montaje se fue compartimentando el discurso de la exposición haciendo uso de las dos salas, por lo que finalmente quedó organizada en el Tiovivo, la gran instalación que consiste en muchas obras antiguas integradas y otras obras de tránsito.
El elemento terror grotesco es plausiblemente manifiesto, de cierto sufrimiento de las figuras que componen tus escenas que contrastan violentamente con los colores tan vivos que utilizas. No sé si te sientes identificado enmarcado por el lenguaje neo-pop o si, por otra parte, te sientes afín a otras corrientes artísticas.
Te confieso que no conozco en qué consiste la corriente neo-pop. Me cuesta mucho definir mi obra en función de una corriente determinada pero, por intentar responderte, durante la carrera me especialicé en pintura y mis primeros referentes fueron los integrantes de la Escuela de Londres. Pensaba mucho en la personalidad y en frases de Francis Bacon y en la técnica de Lucien Freud. Estos artistas fueron determinantes para que quisiera dedicarme a esto y poco a poco, al ir incluyendo nuevas disciplinas, soportes y colaboraciones, en mis trabajos he ido desligándome de estos referentes que se dedicaban exclusivamente a la pintura.
Creo que actualmente mi obra es un cúmulo de referencias. Cuando estoy trabajando, más que en una imagen concreta, que es inevitable por la retroalimentación que suponen las imágenes a través de las redes sociales, las exposiciones que veo, etcétera, sobre lo que más pienso es en lo que leo, en la dramaturgia y en buscar con la mayor libertad posible, intentando no tener prejuicios, la exploración de las distintas formas de dirigirme al espectador. Intento ofrecer un papel cada vez más activo en el diálogo que mantengo con ellos en la sala de arte.
Desde que comenzaste tu actividad creadora hasta ahora, ¿cuáles han sido los temas más recurrentes y que más te han interesado? ¿Cuáles han permanecido en el tiempo y cuáles has ido desechando con el desarrollo de tu obra?
El tema recurrente a lo largo de mi trayectoria artística ha sido partir de la figuración, retratando e interpretando figuras de diferentes maneras. Empecé realizando muchos retratos de las personas que me rodeaban y procuraba hacerlo siempre del natural, ya que prefería no hacerlo a partir de fotografías que me dieran una información mediatizada. A la hora de crear necesito partir de elementos concretos y muy cercanos a mí; esto sería lo que acabaría determinando que usara mi figura y me liberaba de la dependencia de los modelos. Al estar yo siempre presente he interpretado mi rostro y mi figura muchas veces, no para hacer un retrato ortodoxo, sino utilizando mi figura como actor. Otro elemento que me caracteriza es que, al pasar de la pintura a la escultura, y al no tener unos conocimientos escultóricos académicos ni formales, utilizo materiales poco macizos como la gomaespuma, más fáciles de trabajar. El resultado son esculturas nada académicas con materiales poco normativos.
No me identifico con el concepto de desechar elementos; creo que es una forma de proceder paulatina, y que todos los trabajos se van enlazando. No creo que haya desechado nada desde que empecé a trabajar y a pensar en ello, y con esto quiero decir que una obra siempre depende de la anterior, pues es el punto de vista el que va evolucionando.
Para ir acabando, cuéntanos algo sobre tus nuevos proyectos, las líneas en las que estás trabajando y dónde podemos seguir conociendo tu obra una vez se clausure la exposición en la Sala de Arte Contemporáneo.
Ahora, concretamente, tengo dos proyectos en Canarias. Una vez clausuremos la exposición en el SAC, itinerará en julio a Lanzarote, concretamente al CIC El Almacén. En esta ocasión la idea, el título y muchas de las obras que hay en Santa Cruz se mantendrán, pero no descarto integrar algunas nuevas.
Y bueno, estoy muy contento porque a finales de junio se materializará un proyecto que he coordinado y comisariado junto con 8 artistas canarios que ha conseguido ganar la convocatoria del Museo Internacional de Arte Contemporáneo – CACT Lanzarote. Somos 8 artistas de Lanzarote que tenemos muchas semejanzas e inclinaciones hacia la escenografía y la teatralidad, y que a partir de muchas disciplinas diferentes (teatro, performance, instalación, escultura, mural) llevaremos a cabo una exposición que huya de las colectivas tradicionales. Lo que pretendemos es hacer una escenografía total en la que todas las obras y performances se contaminen. Va a ser una exposición con muchas actividades: cada dos semanas se van a celebrar charlas, mesas redondas, performances, etcétera. Queremos abordar la idea de museo en nuestra época, y para ello hemos invitado a críticos de Canarias como Pepe Betancourt, Yolanda Peralta y Carlos Delgado Mayordomo.
Es una exposición que se llama La Posibilidad de un Museo y queremos jugar con la posibilidad de las artes escénicas y las disciplinas artísticas integradas, buscando muchas formas diferentes de dialogar con el espectador y de que el espacio se convierta en un espacio vivo durante todo el periodo de la exposición.
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