Aprovechando la inminente salida del Kingdom Hearts III y el decimosexto cumpleaños de la primera entrega, he decidido darle un repaso a esta saga con la que tantas horas de mi vida he disfrutado. Antes de nada, me gustaría decir que siempre he sido fan de esta IP de Square-Enix, pero conforme he ido madurando como jugador, y también como persona, no puedo verla con los mismos ojos.
Kingdom Hearts fue concebida de la unión de las licencias de Disney y la de la saga más famosa de JRPGs en occidente: Final Fantasy. Parecía imposible que ambas franquicias pudiesen coexistir dentro de un mismo universo dadas las grandes diferencias de diseño y tono que había entre ellas, pero finalmente Nomura y su equipo lo consiguieron. Diseñaron un estilo que era capaz de encajar entre personajes con los pelos de pincho y animales antropomórficos con zapatos de payaso. Y pese a todo lo meritorio que puede ser esta hazaña, tiene sus partes malas: Tetsuya Nomura es muy kitsch.
El kitsch es un estilo artístico considerado adocenado o incluso hortera, que apela (dentro de la subjetividad del asunto) al mal gusto. Artísticamente, Kingdom Hearts es un juego cursi y que pretender ser cool, si me perdonan el anglicismo. Nomura (diseñador del videojuego) se ve inspirado por una amalgama de elementos muy concretos en todos sus diseños: cremalleras, tirantes, cinturones, cadenas y bolsillos. Los personajes de esta saga, en cuanto a indumentaria se refiere, son tremendamente absurdos para el jugador occidental, pero la mayoría lo jugamos siendo pre-adolescentes y era algo que nos parecía guay porque era el principio de los 2000. Estábamos comenzando un nuevo milenio y en los noventa nos había llegado, en forma de torrente, mucha influencia desde Japón. Y aparte de que muchas personas de mi edad ya se estaban familiarizando con el género JRPG gracias a Pokémon, también llegaron muchos animes.

Kingdom Hearts quiere ser un anime. Su narrativa, queriendo hacer giros que no salen de ninguna parte y añadiendo cada vez más elementos diegéticos en su mundo con cada entrega, se alarga innecesariamente hasta el punto de ser una reducción al absurdo de lo que había empezado. Dentro del plantel de personajes tenemos al entusiasta joven que se mete en la vida de todo el que se encuentra, la chica cuya única función es ser el adorable interés romántico del protagonista y, como no podía faltar, el rival edgy que tiene muchos complejos y necesidades existencialistas. Las relaciones que tienen los personajes entre sí son tan trilladas que parecen sacadas del guión de un shonen de temporada; productos poco trabajados (en lo que a desarrollo de personajes se refiere) por depender de un publicación semanal.
Incluso en la trama de los juegos está presente el kitsch, sufriendo de lo que me gusta denominar como el síndrome del friendy lover. Todo lo importante para los personajes es el poder de la amistad, es lo que los mueve, lo que los desarrolla y el final del camino. Quizás cuando jugaste al primer título no se lo tuviste en cuenta por la edad que tenías, pero era un tipo que estaba buscando a sus amigos perdidos e iba a destruir a las fuerzas de la oscuridad con el poder de la amistad y esto es bastante cursi y de mal gusto. Suena a premisa de anime juvenil, donde te muestran una idea de la amistad (a mi parecer) profundamente tóxica y dependiente, llegando a hacer cosas por obligación porque te lo piden tus amigos o por no entender el espacio personal de los demás.

Indudablemente todo aquel que haya jugado a Kingdom Hearts sabe que es una obra muy hortera, pretenciosa y que se toma demasiado en serio a sí misma para convivir con personajes de dibujos animados. No es perfecta y ha cometido demasiados errores buscando alargar su trama principal para generar más títulos. Pero hay algo de especial en todo eso; son esos elementos los que le dan la personalidad a la saga, contrariamente de lo que pueda parecer por las influencias genéricas que usa. Es una obra capaz de transmitir todo el comportamiento y pensamiento de adolescentes creativos que no terminan de encontrar su lugar en ese mundo que se abre ante ellos, ante esa puerta que ha sido abierta.
En La Trova hemos preparado un programa de podcast dedicado a esta gran saga, quizás te interese escucharlo.
Fuentes:
http://www.portaldearte.cl/terminos/kitsch.htm
https://kingdomhearts.com/home/es/