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La Trova

Hace dos años viajé a Bilbao para visitar una exposición en el Guggenheim sobre Expresionismo abstracto americano. Tuve el placer de alojarme en el piso de una amiga, Elisa Pinto, que se había marchado a vivir allí para formarse como pintora. Más que un piso aquello era una pequeña comuna de jóvenes artistas, rebeldes y rompedoras. Lo cierto es que todo era un caos dentro de aquel lugar, se respiraba (literalmente) lo bohemio. Lo que más me sorprendió fue la enorme libertad de la que se disfrutaba. Toda pared era susceptible de ser convertida en el soporte de una obra de arte improvisada, cualquier objeto podía ser intervenido de un momento a otro. La verdad es que me encantó la experiencia. Quedarme allí me dio la oportunidad de conocer a mujeres (porque todas las que vivían allí eran mujeres) de vida e ideas extravagantes y exóticas. Me dio la oportunidad de conocer más adelante a Liesbeth, que colabora con Elisa Pinto, entre otras artistas, en una exposición en el sur Tenerife. Mientras desayunamos en el Café Mundial, tenemos una entrevista que más bien es una charla informal salvo por el detalle del móvil grabando.

Pues nada Liesbeth, háblame un poco de la exposición.

La exposición es colectiva. Participo junto a Elisa Pinto, Yane Felipe, Bea Amador y Alba Fernández. Todas nos conocimos en Bellas Artes y hace un par de meses que queríamos hacer algo. Decidimos juntarnos un día y mezclar todo lo que teníamos y salió «Atravesarse» en el Espacio Cultural El Puente, en San Miguel de Abona. Es una salita pequeña pero que da pie a distintas composiciones. El título hace referencia precisamente a eso, a «atravesarnos».

 

1. Negra I, 125x122 cm. Técnicas mixtas sobre tabla entelada, 2016.
Negra I, 2016. 125 x 122 cm. Técnica mixta sobre tabla entelada

 

El tema es la mujer, ¿no? Lo doy un poco por hecho porque conozco a Elisa y sé de qué trata su obra.

No, no es un tema concreto. Lo que prima es lo lúdico, el juego, el que el espectador sienta que puede explorar la obra. Todas hemos intentado invitar a que el espectador toque y que interactúe con todo. Cada una hemos puesto un poco lo que hemos querido.

¿Cómo te dio por ser pintora?

Yo en realidad iba a estudiar historia del arte pero luego me di cuenta de que, al haber sido siempre muy inquieta, necesitaba hacer algo con las manos. En segundo de carrera, en el segundo cuatrimestre, había que decantarse por una rama. Pintura siempre me había llamado la atención, y a medida que fueron pasando los cursos me fue interesando mucho más. Su lenguaje, el color… lo que siempre me había entrado era el color. No tanto la técnica sino el color. Pero lo decisivo fue el traslado de la facultad de Bellas Artes de Santa Cruz a La Laguna, porque fue un año de apatía artística. Es lo que tiene pasar de un edificio (que sí, que se estaba cayendo) en el que te veías con todo el mundo, pasabas por los talleres y te comunicabas con la gente a un edificio enorme, sin vida, gris, en el que te cruzas con la gente casi de casualidad.

Dónde trabajamos y desarrollamos la obra los artistas es un factor muy importante. A mí me anuló un montón y me cambió el chip; tanto que me llegué a preguntar qué había estado haciendo hasta ahora. Ahí empezó un poco lo que sería mi pintura más expresiva. A la vez que pasaba todo esto, empecé a desarrollar mi conciencia política, y al juntarse todo he ido evolucionando. Para mí es muy importante que el arte sea político ya que no tiene autoridad en sí, porque es inútil.

¿No crees que el arte pueda ser útil dentro de su inutilidad?

Lo que se conoce como arte de museo para mí no es nada útil. Es sensible pero no es útil. Fue entonces, en todo este desarrollo, cuando empecé a darme cuenta de que lo personal es político, tal y como decía Simone de Beauvoir.

Uno de tus referentes, supongo.

No, realmente no. Ahora mismo estoy elaborando una lista de referencia de mujeres racializadas: negras, latinas, etc. Intento alejarme de todo eso. A Simone la lees cuando empiezas con el feminismo pero…

Claro, Simone por ser blanca supongo que no da respuesta a la realidad que viven las mujeres racializadas.

Sí, exacto.

¿Crees que el feminismo ha olvidado a las mujeres racializadas?

No es que las olviden: creemos que el feminismo es uno y nos representa a todas y no es así. En la historia y el arte, cuando las mujeres acceden a este mundo – por ejemplo, en la Bauhaus – son todas blancas y hablan de la casa y de las labores del hogar, cuando puede que en realidad las trabajadoras del hogar fueran sudamericanas. El feminismo siempre ha tenido ese punto de vista privilegiado, elitista, burgués. Cuando estás arriba no puedes ver lo de abajo.

Aprovecho que hablo contigo de este tema para preguntarte algo sobre lo que siempre he tenido dudas. ¿Es ofensivo hablar en términos de «mujer negra»?

Tengo una amiga que forma parte de un grupo al que pertenezco, de mujeres racializadas de Bilbao. Ella es negra y hace un poco de activismo a través de su instagram. El otro día grabó una historia sobre la gente a la que le da miedo llamarla negra. Y ella decía «mido casi dos metros y no me gusta que me llamen negrita. Negrita es la letra». Yo, como no soy negra sino latinodescendiente, tal vez no te puedo responder bien a esa pregunta, pero entre mis compañeras no resulta ofensivo. A no ser que lo digas con un tono peyorativo, claro.

Entonces, ¿podríamos decir que el feminismo racializado es la inspiración principal para tu obra?

Más bien el feminismo decolonial porque ese concepto que dices no existe como tal. Quizás un feminismo antirracista.

¿Pero el feminismo, por principio, no es antirracista?

No, no lo es. Este 8M en Madrid se ha podido ver. Muchas compañeras racializadas decidieron no participar en la huelga del 8 de marzo porque no se sentían representadas. Por experiencia, sé que en los espacios feministas prima la mujer blanca; no son espacios seguros para todas aunque se intente. Siempre acaban pasando cosas porque hay conductas que proceden del colonialismo y que todavía están presentes. Toda esa historia no se ha borrado, y ciertos comportamientos se han perpetuado. Por eso surgen estos grupos de mujeres racializadas.

Por ejemplo, a mí casi siempre me pedían el bono en el tranvía y a mis amigas no. Son pequeñas cosas, microrracismos, algo a lo que las mujeres blancas no han tenido que enfrentarse. Yo no puedo elegir ser mujer hoy y ser negra mañana. Soy mujer y negra al mismo tiempo, y tengo que enfrentarme a ambas discriminaciones a la vez.

Me has recordado mucho a las palabras de la escritora Bell Hooks, en su libro El feminismo es para todo el mundo. Ese libro me abrió mucho los ojos en su momento porque leyéndolo entendí que, teóricamente, el feminismo es por definición de izquierdas, antirracista, ecologista…

Bell Hooks es un buen referente literario. Ese tipo de feminismo ecologista, por ejemplo, que está más vinculado a la naturaleza, existe desde hace mucho tiempo en Latinoamérica. Muchas veces pensamos «pobres mujeres latinas» o «pobres mujeres negras» ahí en el Tercer Mundo, hay que ayudarlas. Y ellas, en realidad, se han organizado desde hace mucho tiempo. Esa perspectiva supremacista hacia Latinoamérica y África es muy propia de Europa. Como fueron países colonizados tendemos a verlos como a unos pobrecitos. Y las mujeres allí se están centrando en la tierra. Es su principal reivindicación, porque es lo que trabajan y de lo que viven. Cuando oyes hablar a esas mujeres tan arraigadas a su tierra se te abren los ojos.

Se nos vende una imagen de Latinoamérica en la que las mujeres prácticamente no tienen representación, en la que son violadas y asesinadas cada día. Por eso me sorprende mucho todo lo que me estás contando.

Hay grupos feministas allí que organizan autodefensa, como las Cholitas Peleadoras. Las «cholas» eran un insulto a las mujeres de campo, a las que vestían con ropa antigua, y ellas ahora están usando el término para empoderarse; se han  reapropiado de él. Eso me gusta mucho, también en el arte. Lo que hago lo siento totalmente vinculado a mí y a mi experiencia.

¿Qué deberíamos hacer las blancas para apoyar a las mujeres racializadas?

Lo mismo que piden las feministas a los hombres: callar y echarnos a un lado. Y, sobre todo, ceder espacios para las que no tienen voz. Yo, aunque sea latinodescendiente y canaria, tengo el privilegio de ser europea, de poder trabajar y estudiar. Darte cuenta de tus privilegios también es un paso fundamental.

 

8. Lágrimas, incertidumbre y desolación. El vaivén azul, 45x37 cm. Fotografías instantáneas y esmalte y óleo sobre plástico, 2018.
Lágrimas, incertidumbre y desolación; el vaivén azul, 2018. 45 x 37 cm (lienzo). Fotografía instantánea, esmalte y óleo sobre plástico.

 

Yo llevo un tiempo apuntada a un club de lectura feminista en Santa Cruz. Y ahora, hablando contigo, me acabo de dar cuenta de que no hay ninguna mujer racializada en él. Recuerdo que en su momento pensé: «qué maravilloso que tenemos un espacio para nosotras y que todas somos iguales». Me estoy dando cuenta de que tristemente no es así.

Ya, bueno. Y claro, no será culpa del grupo porque las inscripciones para el club serán abiertas.

Sí, pero que ninguna mujer racializada haya venido a lo mejor es sintomático de que hay algo que está pasando y que estamos pasando por alto. Es muy triste.

Sí, es lo que te venden: que el feminismo es muy guay y que es un «todas o ninguna». Que la manifestación por el caso de La Manada fuera más importante (que es importante, ojo) que la manifestación de las freseras de Huelva, que solo reunió a cien personas, dice mucho. ¿Me estás diciendo que una manifestación de trescientas mujeres trabajadoras, en una situación de acoso sexual por el hecho de ser inmigrantes, de amenazas… no es tan importante? Ahí se ven las prioridades.

Me gustaría volver a tu trabajo porque me da que me estoy desviando demasiado de la cuestión (digo sonriendo). ¿Siempre has hecho pintura abstracta?

No, yo en la carrera empecé con bodegón, como todos. Luego pasé a pintar retratos. Y ya, cuando me aburrí de hacer cosas realistas, me pasé a la pintura abstracta. Coincidió con el cambio de facultad.

También haces murales, ¿no es así?

Sí, también hago instalaciones, entre otras cosas. Ya cuando hago murales vuelvo al rollo figurativo. Pero en mi obra siempre prima la mancha, el color, además de la expresión. Uno de los hashtags que pongo siempre es «expresión» (dice entre risas). La expresión es algo muy íntimo, es algo personal… es mi parte personal. Me he llegado a volcar tanto que ahora estoy haciendo cosas de cuerpos. No llegan a ser performances pero me gusta explorar esos límites que definen lo que es la performance o la pintura. Igual que en mi vida me hago preguntas intento ser igual de crítica a la hora de crear y oponerme al elitismo tan característico del mundo del arte; es un círculo muy cerrado. Por eso, que haya encontrado a estas chicas para juntarnos y hacer esta exposición ha sido genial. Si ya normalmente el mundo laboral es competitivo, en el arte lo es todavía más. Todo va de «si tengo que pasar por encima del otro, lo hago».

 

5. Resultado de la acción Un aire. Acrilíco y spray sobre papel film, 2018.
Un aire (resultado de la acción), 2018. Acrílico y spray sobre papel film

 

¿Cuál crees que será el siguiente paso en el arte?

El arte siempre reniega de tener una semejanza con la sociedad o con lo político. Ahora, a la vez que el feminismo se está levantando, se levanta el fascismo y Vox. En el arte hay  un montón de gente haciendo cosas variopintas, rompiendo con lo tradicional. Pero también pasa que sale gente muy académica negando que eso es arte. No creo que vaya a haber una confluencia final: siempre va a haber choque.

Si no te he entendido mal, piensas que el feminismo va a ser la futura corriente.

Sí… sí, feminista. Mira a Eli (Elisa Pinto). Ella habla de la carne, de la intimidad de la mujer. También Teresa (una amiga), desde mi punto de vista, hace un arte muy reivindicativo, aunque ella se niegue a relacionarlo. Aunque mucha gente no se identifique con el feminismo, intrínsecamente lo hace. Lo que me gustaría es que no fueran unos pocos académicos los que digan qué es arte o no, sino que fuéramos todos. La mirada del público está cambiando y yo espero que los artistas y académicos también lo hagan.

¿Qué opinas de que algunos museos hayan retirado obras tenidas por ofensivas para las mujeres? Me refiero, en concreto, al caso de Hylas y las ninfas de J. W. Waterhouse.

Una vez hablé con una amiga historiadora del arte. Me dijo que para ella quitar o destruir obras porque muestren personas desnudas o, incluso, estén relacionadas con dictaduras como la de Franco, era como emborronar la historia. Su propuesta era dejar esas cosas y explicar por qué están en ese lugar, para defender la memoria histórica. Para ella el arte está al servicio del pueblo. No sé, no me parece que quitando ese cuadro se vaya a conseguir algo. Para mí sería más potente reunir todos los cuadros en una sala, hacer una exposición especial y explicarla; explicar la mirada masculina hacia los cuerpos femeninos, algo así. Pero quitarlos es como intentar esconder el machismo debajo de la alfombra.

 

9. Brazo, cara, culo, 3. Una práctica de cuerpo en descomposición. Fotografías instantáneas, 2018.
Brazo, cara. culo 3. Una práctica de cuerpo en descomposición, 2018. Fotografía instantánea

 

Pues Liesbeth, me ha parecido una conversación muy interesante. Te deseo mucha suerte y ánimo en tu carrera creativa, y espero volver a verte por La Trova. Muchas gracias.

Muchísimas gracias a ti.

 


 

Todas las imágenes son propiedad de la autora.

Para ver su obra completa: www.lisesbeth.com / @lis_es_beth (instagram)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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